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LAS 7 LEYES DEL ÉXITO por  Cesar Leo Marcus

8/7/2013

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Deepak Chopra, sostiene que el éxito es como la leche o  el pan, están en la estantería del mercado, simplemente debemos extender la mano  y tomarlo… pero la mayoría recorremos el mercado de nuestra vida, sin pasar por  esa estantería… 
En  su libro “Las siete leyes espirituales del éxito” nos muestra que el éxito es  una travesía, no un destino en sí, y que la abundancia en to­das sus formas, es una de las cosas que nos permite disfrutar más la travesía, porque el éxito se compone de salud, energía, entu­siasmo por la vida,  realización en las relaciones con los demás, libertad creativa, estabilidad  emo­cional y psicológica, sensación de bienestar y paz. 
Estas son la reglas del éxito que propone Dereck Chopra…
 
1 -  LA LEY DE LAS POSIBILIDADES
La primera ley del éxito es la ley de la posibilidad. Se basa en el hecho de que,  en nuestro estado esencial, las posibilidades y la creati­vidad es infinita.
Cuando descubrimos nuestra naturaleza esen­cial y sabemos quién somos realmente, ese solo conocimiento encierra la capacidad de convertir en realidad todos nuestros sueños, porque somos la posibilidad eterna, el potencial inconmensura­ble de todo lo que fue, es y será. Cuando experimenta­mos el poder del yo no hay temor, no hay necesi­dad de controlar, y no hay lucha por la aprobación o por el poder externo.
 ¿Cómo podemos aplicar la ley de las posibilidades en  nuestra vida? 
Destinemos un corto tiempo de vez en cuan­do a experimentar el silencio. O sencillamente comprometámonos a hacer silencio durante un determinado tiempo todos los días. Podrían ser dos horas, o si eso nos parece mucho, hagámoslo durante una hora. 
  
2 -  LA LEY DEL DAR 
La segunda ley del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar  y recibir porque el universo opera a través de un in­tercambio dinámico.
Nada es estático. Nuestro cuerpo está en intercambio dinámico y constan­te con el cuerpo del universo; nuestra mente man­tiene una interacción dinámica con la mente del cosmos; nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos. El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. 
Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el uni­verso mantienen un constante y dinámico inter­cambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse. Por ello debemos dar y recibir a fin de mantener la riqueza y la afluencia - o cualquier cosa que deseemos en la vida - circulando permanente­mente. Por ejemplo, si impedimos la circulación del di­nero - si nuestra única intención es acaparar el dinero y aferrarnos a él -, impediremos también, puesto que el dinero es energía vital, que éste vuelva a circular en nuestra vida. Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros, de­bemos mantenerla en circulación. Al igual que un río, el dinero debe mantenerse en movimien­to, o de lo contrario comienza a estancarse, a obs­truir, a sofocar y a  estrangular su propia fuerza vi­tal. La circulación lo mantiene vivo y vital.
 
3 -  LA LEY DE CAUSA Y EFECTO
 La tercera ley del éxito es la ley de la acción y la consecuencia de esa acción; es causa y efecto al mismo tiempo, porque toda acción genera una fuerza de energía que vuelve a nosotros de igual manera. No es desconocida; todo el mundo ha oído la expresión "Cosechamos lo que sembramos". Es obvio que si deseamos crear felicidad en nuestra vida, debemos aprender a sembrar las semillas de la felicidad. En esencia, todos somos escogedores de opciones infinitas. En todo momento de nuestra existencia estamos en el campo de todas las posi­bilidades, donde tenemos acceso a un número in­finito de opciones.
 Algunas de estas opciones se escogen conscientemente, mientras que otras se eligen inconscientemente. Pero la mejor ma­nera de comprender y utilizar al máximo la ley es que seamos conscientes de las decisio­nes que tomamos en todo momento.
 
4 -  LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
 La cuarta ley del éxito es la ley del menor esfuerzo. Esta ley se basa en el hecho  de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y  despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no resisten­cia. Por consiguiente, es el principio de la armo­nía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos. Si observamos la naturaleza, veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hier­ba no tiene que hacer ningún esfuerzo para cre­cer; sencillamente, crece. Los peces no se esfuer­zan para nadar; sencillamente, nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse; sencillamente, se abren. Las aves no se esfuerzan para volar; sencillamente, vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca. La Tierra no se esfuerza para girar so­bre su eje; es su naturaleza girar a velocidad verti­ginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en
estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titi­lar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con fa­cilidad y sin esfuerzo.
 
5 -  LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
 La quinta ley del éxito es la ley de la intención y el deseo. En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en canti­dades minúsculas. Estos elementos se podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferen­cia entre nosotros y el árbol no reside en el carbo­no, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos constante­mente nuestro carbono y nuestro oxígeno. La ver­dadera diferencia entre los dos está en la energía y en la  información. En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos,  pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz de  tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da ori­gen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma de pensamien­tos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Una sola célula del cuerpo humano realiza cerca de seis billones de funciones por se­gundo, y debe saber lo que todas las demás célu­las están haciendo al mismo tiempo. El cuerpo humano puede tocar un instrumento musical, matar gérmenes, hacer un bebé, recitar poesías y observar el movimiento de las estrellas, todo al mismo tiempo,
porque el campo de la correlación infinita es parte de su campo de información. 
  
6 -  LA LEY DEL DESAPEGO
 La  sexta ley del éxito es la ley del desapego. Esta ley dice que para adquirir  cual­quier cosa en el universo físico, debemos renun­ciar a nuestro  apego a ella. Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro de­seo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al  interés por el resultado. Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto  como renunciamos al interés por el resul­tado, combinando al mismo tiempo la  intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos. Podemos  conseguir cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se  basa en la confianza incuestionable en el poder. El apego, en cambio, se basa  en el temor y en la inseguridad. La fuente de la abundancia, de la riqueza o de cualquier cosa en el mundo físico es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada nece­sidad. Todo lo demás es un símbolo: vehículos, casas, cheques, ropa, aviones. Los símbolos son transitorios; llegan y se van. 
  
7 -  LA LEY DEL PROPÓSITO EN LA VIDA
 La  séptima ley del éxito es la ley del propósito en la vida. Esta ley dice que nos  hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. De acuerdo con  esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de  expresarlo. Hay una cosa que cada individuo pue­de hacer mejor que cualquier otro en todo el mundo - y por cada talento único y por cada expre­sión única de dicho talento, también existen unas necesidades únicas. Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de nuestro talen­to, se produce la chispa que crea la abundancia. El expresar nuestros  talentos para satisfacer ne­cesidades, crea riqueza y abundancia sin límites. Si pudiéramos enseñarles a los niños desde el principio esta manera de pensar, veríamos el efec­to que esto tendría en su vida. 
  
Las siete leyes del éxito son princi­pios poderosos que nos ayudarán a alcanzar el do­minio de nosotros mismos. Si prestamos atención a estas leyes veremos que podremos hacer realidad cualquier cosa que deseemos, toda la abundancia, todo el dinero y todo el éxito que deseemos. También veremos que nuestra vida se volverá más alegre y próspera en todo sentido, porque estas leyes también son las leyes de la vida, aquéllas que hacen que vivir valga la pena.


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